Siempre buscando ser el número 1.
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Bloomberg Opinión — Las personas que piensan que la influencia de Donald Trump en el Partido Republicano ha sido mayoritariamente maligna siempre buscan señales de que se está desvaneciendo.

Matt Lewis, que escribe en el Daily Beast, ve varios de esos indicadores, desde los asientos vacíos en los recientes eventos de Trump hasta las dificultades de algunos de los candidatos que ha respaldado. Josh Kraushaar, columnista del National Journal, cree que Trump ha dado una oportunidad a sus oponentes en el partido al respaldar el desafío del exsenador David Perdue al gobernador de Georgia, Brian Kemp, en las primarias del estado. Si ayudan a Kemp a resistir, liberarán a otros republicanos de la necesidad de permanecer supinos ante Trump.

Muchos republicanos antiTrump también se animaron en noviembre con la victoria de Glenn Youngkin en la carrera por la gobernación de Virginia, ya que sugirió que su partido puede recuperar algunos de los votantes que Trump repelió al tiempo que mantiene a los que reclutó.

La obvia mala noticia para los oponentes de Trump (algo que ni Lewis ni Kraushaar niegan) es que Trump conserva una gran fuerza en el partido y sigue siendo su líder más poderoso. La mala noticia menos obvia es que también es más fuerte de lo que parece.

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Hay dos razones para esta fuerza oculta. La primera tiene que ver con el interés de los votantes republicanos por ganar las elecciones de 2024.

Los republicanos antiTrump tratarán de persuadirlos de que perderán frente a los demócratas si Trump vuelve a ser el candidato. Trump ha sido sistemáticamente impopular, perdió la reelección y se ha concentrado cada vez más en sus quejas personales en lugar de cuestiones que preocupan directamente a la mayoría de los votantes.

Perder unas elecciones presidenciales, y especialmente una reelección, suele dañar tanto la reputación política de un candidato que no puede intentar una reaparición cuatro años después. La tontería de Trump de decir que ganó las elecciones de forma aplastante sólo para que se la robaran tiene que ver en parte con evitar un exilio a la condición de perdedor.

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Pero no son sólo los mitos sobre 2020 los que llevan a los votantes republicanos a pensar que es un candidato viable para 2024. También está la realidad de que, bueno, es un candidato viable para 2024.

Una encuesta del Wall Street Journal en diciembre lo situaba a sólo un punto de Biden en la revancha. Otra encuesta daba a Trump una ventaja de dos puntos el mes pasado. Por supuesto, es muy pronto, y los demócratas pueden estar en momentos bajos.

La conclusión de estas encuestas es simplemente que Trump no es un perdedor seguro. Si los demócratas tienen problemas en 2024, sus entusiastas partidarios podrían volver a combinarse con los votantes que le prefieren a regañadientes a los demócratas para darle una mayoría electoral.

La segunda razón por la que Trump tiene más poder sobre los republicanos de lo que parece es que su influencia depende tanto de la profundidad de su apoyo como de su amplitud. Algunos republicanos que desean que Trump se desvanezca se han consolado con las encuestas que muestran que los votantes son cada vez más propensos a llamarse principalmente republicanos en lugar de partidarios de Trump (en octubre de 2020, los votantes que preferían a Trump superaban a los que prefieren a los republicanos por 59 a 30; este mes, la división es de 42 a 50).

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Digamos, sin embargo, que el número de Trump-first (Trump primero) se reduce mucho más, hasta el 10% de los votantes de derechas. Si Trump está dispuesto y es capaz de convencer a ese 10% de que no vote a los candidatos republicanos que no le gustan, los republicanos no podrán ganar elecciones en muchos lugares. Y sabemos que está dispuesto a hacerlo.

Jonathan Karl, de ABC, ha informado que el último día de su presidencia, Trump amenazó con destruir el Partido Republicano creando uno nuevo. Eso fue dos semanas después de que costara a los republicanos dos escaños en el Senado y, en consecuencia, el control de la cámara, al atacar a los funcionarios republicanos de Georgia y poner en duda que las elecciones se administraran con honestidad.

Desde entonces, Trump ha hablado abiertamente de que los votantes republicanos no se presentarán en 2022 o 2024 si los republicanos no “resuelven el fraude de las elecciones presidenciales de 2020″, lo que puede leerse fácilmente como una amenaza contra los republicanos que no se plieguen a su fantasía relacionada a su victoria. Si Kemp vence a Perdue en las primarias, es probable que Trump haga campaña contra él en las elecciones generales sin preocuparse de que un demócrata se beneficie de ello. Si Kemp pierde entonces, los republicanos que buscan lecciones sobre Trump prestarán más atención al final de su gobernación que a su victoria en las primarias.

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En resumen, Trump está bien protegido contra el argumento de la elegibilidad que más les gustaría a sus oponentes republicanos, y se distingue de sus posibles rivales por su indiferencia hacia todo lo que no sea su propio interés. Le guste o no (y realmente no me gusta), ambas son ventajas políticas para él que tienen una buena oportunidad de perdurar.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducida por Estefanía Salinas Concha.